Razones por las que el streaming ya ha ganado la batalla contra la piratería

Algo ha cambiado para siempre en el mundo de la música y la industria, como suele ocurrir, se ha movido un paso por detrás de los consumidores, asumiendo más tarde que pronto que sus gustos y preferencias a la hora de escoger cómo consumir música ya no son los de antes: el streaming ha llegado para quedarse, ganando la batalla a otras fórmulas y, según los expertos, ahora mismo hay más dinero detrás de esta vía que de la venta de discos físicos o de las entradas para conciertos. Al menos si no eres una estrella internacionalmente conocida.

Y es que no es lo mismo ser toda una rockstar de las que venden millones de discos que un artista medio: no siempre logramos millonarios contratos de publicidad ni que nuestra imagen valga casi más que nuestra música. No todo el mundo se hace rico en esta profesión. Sin embargo, el streaming surge en la industria musical como un importante elemento para su democratización y para la expansión del espectro de artistas ‘en el mapa’ de panorama musical. Una vía intermedia que, además, ha logrado ganar el pulso a la piratería: por primera vez desde que comenzó la batalla de la música ilegal en Internet, los usuarios comienzan a preferir pagar a consumir material pirata. Se trata de un cambio de paradigma mucho más grande de lo que parece a simple vista.

Un poco de historia…

Para entender lo que ocurre ahora en la industria de la música hace falta remontarse a tiempos de Napster. ¿Por qué? Pues porque la entrada de esta plataforma en nuestras vidas supuso toda una revolución. En aquel momento, la batalla contra la piratería de esta plataforma no supuso ningún provecho para la industria musical: fueron tiempos de juicios y demandas, pero a nadie se le ocurrió buscar fórmulas para que los artistas –y las discográficas- participaran en esa idea. A nadie se le ocurrió crear un ‘Napster legal’ que respetara el pago de derechos de autor. A ello se ha llegado ahora gracias a las plataformas de venta de música digital y a la generalización de servicios como Spotify. Aunque esa es otra historia…

Napster, que se popularizó ya pasado el año 2000, llegó para poner fin a la era del CD, que arrancó en la década de los 80. El formato CD permitió que los precios minoristas subieran mientras bajaban los royalties a los artistas, por lo que las discográficas ganaron muchísimo dinero. Sin embargo, Napster logró hacer mucho daño a ese auge de la distribución. De pronto el trabajo de miles de artistas estaba disponible gratis en Internet, provocando pérdidas a los autores –y a las discográficas- pero acercando la música a millones de personas, tanto la nueva como la clásica. En definitiva, se produjo una desconexión del cliente con la industria que, hasta ahora, en tiempos del streaming, no se había retomado.

Tras Napster, primer ejemplo de intercambio de archivos P2P, llegaron KazaA, Megaupload… Y tras ellas llegó la industria legal: iTunes Music Store. Se trata del primer intento de acercarse a la nueva forma de consumir de los amantes de la música, tratando de comprender que el cambio de modelo no sólo se basa en acceder a música gratis, sino en adquirirla y consumirla online. En aquel momento , Apple entendió –cosa que no hizo la industria- que el CD había muerto y que, para competir con el gigante de la piratería, había que bajar los precios. Y para ello nada mejor que la distribución online, donde los costes se reducen y el cliente puede comprar temas sueltos en lugar de álbumes completos por muy poco dinero.

El resultado fue más bien modesto. Sin embargo, aunque iTunes no consiguiera competir con la piratería, sí supuso un cambio de modelo y una sentencia de muerte para el formato físico. Y ello no gustó nada a las discográficas.

Y llegó el streaming…

Puede que iTunes fuera sólo el primer paso –poco exitoso- hacia la venta de música online, pero sus seguidores han conseguido darle una vuelta a la idea y alcanzar el éxito de esta fórmula o, al menos, su penetración en el mercado. No se trata sólo de consumir música online, sino de no almacenarla y poder acceder a bases de datos ingentes por una cuota fija. ¿Qué mejor manera de consumir música que probando grupos sin compromiso? Con ello, además, se logra dar a conocer a nuevos artistas: todos tienen cabida en la red. Spotify, de hecho, ha logrado más en la lucha contra la piratería que cualquier demanda: y es que, contra los grandes cambios de cualquier industria, las leyes sirven para poco cuando la masa actúa de un nuevo modo. Toca renovarse o morir.

Una de las grandes hazañas de Spotify fue enganchar a los usuarios ofreciendo tarifas gratuitas, esto es, financiadas a través de publicidad. De este modo, todos ganan: los sibaritas pagarán por una escucha limpia y sin interrupciones, y los que no lo sean tanto –o no tengan medios para invertir en ello- generarán escuchas a cambio de ser impactados con anuncios de todo tipo.

La demanda del streaming, gracias a esta estrategia y al auge del uso de música en dispositivos móviles –donde nadie quiere almacenar miles de canciones- ha aumentado exponencialmente, de forma que cada vez más gente está dispuesta a pagar por este tipo de servicio, que ya se ha convertido en el futuro. Hay quien asegura, además, que la evolución del modelo pasará por el aumento de las tarifas, añadiendo más calidad a la escucha (por ejemplo) para los más exigentes.

Eso sí, los expertos aseguran que el mercado de Internet no dejará hueco para muchos competidores y lo más probable es que una sola empresa se coma al menos el 60 por ciento de la manzana. ¿Será Apple, Spotify o Google? Parece que son las grandes candidatas al éxito…


¿Qué pasa con los ingresos de los artistas?

Hay quien dice que ofrecer tu música en plataformas de streaming no renta demasiado… pero probablemente lo haga más que ninguna otra cosa. Con esto nos referimos a que es cierto que los royalties pueden ser escasos, pero menos rentable es que tu música se consuma pirateada. Vender online o ser escuchado en Spotify es el futuro porque sencillamente se ha convertido en la forma mayoritaria de escuchar música, por encima del CD, del concierto y de cualquier otra fórmula.

La realidad es que, sea de la forma que sea, la gente quiere música y siempre lo hará: el objetivo es conseguir que el mayor número posible de personas te escuche, y eso resulta mucho más fácil en Internet que en ningún otro sitio. Lo demás vendrá detrás: conciertos, merchandising… y, quién sabe, tal vez convertirte en una de esas ‘rockstars’…

Zndrke

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